Cuando me plantee crear un logotipo para definir el tipo de ilustración que realizo, y lo que es más importante, para intentar definir mi personalidad como autor, empecé a plasmar en mil y un bosquejos aquellos elementos clásicos y recurrentes que suelen utilizar los artistas gráficos a tal fin: manchas de colores, paletas de pintor, un monigote portando un lápiz al hombro, etc. Me di cuenta de que todas las propuestas estaban, o a mi me lo parecía, obsoletas y algo anticuadas.
Un día, pensando en mi personaje el follet Oriol , mi “hijo” predilecto, di con la solución que tanto tiempo llevaba buscando: el cascabel ; el brillante cascabel que cuelga del extremo de la gorra de la que aquel nunca se separa. Era el momento de pasar a la creación del logo. Para ello conté, en primera instancia, con la valiosa colaboración de mi hermano David Sardà, que retocó la foto de un cascabel añadiéndole una sonrisa aprovechando la clásica ranura practicada en el hemisferio del mismo. Así, ese elemento claramente infantil (quién no ha tenido un sonajero con cascabel en su infancia) parecía cobrar vida. Además, el objeto en cuestión aportaba una cinética que de nuevo me recordaba al duende Oriol, siempre en movimiento y a sus aventuras itinerantes más allá de las fronteras de su pueblo.
Para la foto del cascabel y posterior diseño de mi logotipo conté con la indispensable colaboración de un artista versátil : diseñador gráfico, además de sugerente fotógrafo, Quim Franco se puso manos a la obra y me presentó varias propuestas con el elemento ya decidido del cascabel como logotipo. Tras un análisis exhaustivo de las diversas propuestas, estuvimos de acuerdo en que la que presentaba un mayor equilibrio compositivo era la que a continuación os presento.
